A menudo, confundimos piel seca con piel deshidratada, ¡pero no son lo mismo! Conocer las diferencias entre estos dos conceptos es clave para darle a tu piel el cuidado que realmente necesita. Aunque ambas condiciones pueden hacer que la piel se sienta tirante y apagada, sus causas y soluciones son muy distintas.
Piel seca
La piel seca es un tipo de piel y es una condición permanente que suele tener un carácter genético o está relacionada con factores como la edad o el clima. La principal característica es la falta de lípidos o aceites naturales (sebo), que son esenciales para mantener la barrera cutánea saludable. Esta falta de sebo provoca una barrera cutánea debilitada, por lo que la piel no retiene bien la humedad, lo que provoca sequedad, sensibilidad y, en casos más severos, descamación.

Características de la piel seca:
- Sensación de tirantez constante.
- Textura áspera o rugosa.
- Aparición de líneas finas o pequeñas grietas.
- Picazón o irritación ocasional.
- Aspecto apagado o mate, especialmente en las mejillas y la frente.
Cómo tratarla:
El cuidado de la piel seca se basa en reponer los lípidos que faltan, lo que significa que necesitas productos ricos en aceites naturales y mantecas vegetales que nutran profundamente y restauren la barrera protectora de la piel.
Piel deshidratada
Por otro lado, la piel deshidratada es una condición temporal que afecta a cualquier tipo de piel, es decir, la deshidratación se puede observar en todos los tipos de piel (grasa, mixta, seca, muy seca, sensible…), por lo tanto se puede tener una piel grasa que presente acné y a la vez que esa piel esté deshidratada.
La deshidratación se debe a una falta de agua en las capas superficiales de la piel, lo que hace que el estrato córneo, que es la capa más superficial de nuestra piel, no pueda desempeñar su papel de barrera. La piel deshidratada puede ser provocada por factores externos como el clima frío, la exposición a calefacción o aire acondicionado, o el uso de productos inadecuados.

Características de la piel deshidratada:
- Sensación de tirantez puntual.
- Aparición de arrugas finas de deshidratación.
- Textura irregular o sensación de aspereza.
- Piel apagada, rugosa al tacto, con falta de luminosidad.
- Falta de sensibilidad y pérdida de la elasticidad.
Cómo tratarla:
La clave para la piel deshidratada es restaurar los niveles de agua, por ello necesita productos que retenga la humedad y restauren los niveles de agua en la piel, como aquellos con ácido hialurónico y aloe vera.
Consejos prácticos para cuidar tu piel según su condición
Si tienes piel seca:
- Usa limpiadores suaves sin sulfatos que no eliminen los aceites naturales de la piel.
- Incorpora una crema rica en aceites y ceramidas que nutran y protejan la piel.
- Aplica un sérum facial de calidad antes de dormir para nutrir la piel y potenciar la regeneración celular.
- Utiliza protector solar facial a diario, ya que además de protegerse de los rayos UVA y UVB, previene el envejecimiento cutáneo y ayuda a evitar que la piel se deshidrate.
Si tienes piel deshidratada:
- Evita los limpiadores agresivos y el agua caliente, ya que eliminan la humedad de la piel.
- Aplica un sérum con ácido hialurónico para hidratar profundamente.
- Bebe suficiente agua.
- Utiliza protector solar facial a diario, ya que además de protegerse de los rayos UVA y UVB, previene el envejecimiento cutáneo y ayuda a evitar que la piel se deshidrate.
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